Esta es una etapa en la cuál se debe considerar los cambios que se presentan en el niño a hombre, y viceversa. Además de su evolución en forma permanente no sólo en el aspecto físico, como vamos observando día a día, sino también en el emocional éste último tan importante. Los padres estamos en el deber de orientarlos, guiarlos de un modo tal que ellos no seden cuenta, de esa forma no sufran algo así como una invasión o atropello a su privacidad. Dado a que si actuamos de forma ruda y tiránica, sólo obtendremos resquebrajar su personalidad. Deben tenernos a nosotros como padres amigos, sin negarnos por ello a supervisarlos tanto en el colegio, como en sus encuentros amigables, haciendo buen uso de la disciplina que le impongamos con nuestros ejemplos. Debemos situarnos en el interior de ellos, haciendo una retrospectiva y recordando como nos sentíamos en aquella etapa, haciendo la salvedad de que eran otras generaciones. La falta de comunicación e información, el temor al castigo y a la férrea disciplina, en la que no cabía diálogo posible entre ambas partes. Creo que en este sentido hemos dado varios pasos adelante, en esta era de la tecnología avanzada, Internet, TV., diarios, revistas y lo globalizado que está el mundo de hoy. La conexión de nosotros con nuestros hijos no debe tener por asidero el autoritarismo; con las viejas y por lo tanto desusadas frases como: “Tú tienes que obedecer…y punto” “Soy tu padre y me debes obedecer”, sin agregar a ello nada más, sólo exigencias. Afortunadamente se acabó esa época de autoritarismo, que ejercían los padres con sus hijos, sin mediar entre ellos amistad, comprensión, diálogo, el interesarse a que obedece la conducta de sus hijos. La rebeldía e inestabilidad consiguiente de un proceso de cambios que sufre el niño(a) en esta etapa de sus vidas. Hago acotación de que no es mi intención ofender a los padres de aquella época. Con el respecto que merecen los antiguos padres, mi interés es el dirigirme a los niños quienes son el futuro de nuestro país.
¡Seamos amigos de nuestros hijos!
¡Seamos amigos de nuestros hijos!