jueves, 11 de diciembre de 2008

AMPLIACIÓN LA ADOLESCENCIA

Continúo con el tema mencionado a solicitud de un lector. Por lo tanto me siento comprometida en hacer extensivo el mismo, aunque sea reiterativa sobre el modo en que fueron tratados los niños y adolescentes hace más cuarenta años. Era costumbre corregir la conducta de ellos empleando el castigo físico. Hasta los maestros solían castigar a los niños con una regla grande de madera. En los hogares se usaba de todo, desde los pellizcos, empujones hasta las correas de cuero. Esos tiempos pasaron, porque traían por consecuencia niños díscolos, resentidos, apocados y en el peor de los casos violentos, como respuesta a la actitud de sus padres. Gracias a los avances de la psicología y pedagogía, además de la modernización de las leyes a favor de los niños. Desafortunadamente, aún hay personas que no han aprendido, y siguen pensando que la golpiza funciona para educar a los hijos. Algunos padres comentan que si no golpean a sus hijos, éstos no obedecen. Piensan que la fuerza física es necesaria para que los padres de este modo ejerzan poder sobre sus hijos. El enojo y el miedo son los dos sentimientos mayormente traumáticos en los niños y jóvenes con respecto a sus padres y maestros. Ahora bien, la forma de orientar a los padres en beneficio de la educación de sus hijos seria la siguiente:
Ser el padre amigo(a), a quién ellos puedan acudir sin temor alguno y confiar desde las travesuras mínimas a los grandes conflictos que puedan experimentar en su jóvenes vidas. Como respuesta ustedes los padres obtendrán consideración, respeto, el amor de ellos, más no el temor y en muchas ocasiones hasta el rechazo. Por otra parte, si esto no es suficiente y el padre o la madre, se sintieran un poco confundidos y recelosos al no saber como iniciar un nuevo método en la educación de sus hijos; están los psicólogos, quienes como profesionales les darán pautas a seguir de acuerdo al problema que se presentara con ellos. También están las terapias familiares, que resultan altamente positivas y que sólo serán dirigidas por el profesional. Espero en la medida de lo posible haber contribuido en ayudar a los padres y madres, que tienen una vital preocupación por sus hijos, más aún en la etapa de la adolescencia.

“La ayuda psicológica es valiosa, empezando por nosotros mismos”